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jueves, 1 de mayo de 2025

Comentario a la carta nº 2 de Séneca a Lucilio: Los viajes y las lecturas.

 

Séneca 4aC.-65dC.

Las personas que viajan mucho son enfermas. Dice textualmente, según mi edición: “agitación propia de un alma enfermiza”. Considera un espíritu equilibrado aquel que procura “mantenerse firme y morar en sí”. También comenta lo que les ocurre a los que viven viajando, que tienen múltiples alojamientos y ningunas amistades. Es muy lamentable cortar o perder una relación de amistad por la distancia que supone un viaje prolongado. Extraño los amigos de la juventud, que a fuerza de viajes o dilatadas estancias en otros países nos separaron irremediablemente. A otros la muerte nos los arrebata. Amigos de otro tiempo pasan a nuestro lado como si se tratase de un extraño y se comportan con nosotros con total indiferencia. Quizá los amigos de cierta época al presente, la tecnología: los teléfonos móviles o el e-mail, lograron que no se rompiera el vínculo, sostenido por estos medios, impensable para Séneca. Pero una cosa son los viajes en la que está contemplado el retorno, otra el destierro, que tiene una carga profundamente dramática. Para los griegos el destierro era el peor castigo.

    Hoy, en el S. XXI, tenemos muchas formas de viajar, que pueden variar, por ejemplo en el tiempo de traslado, así como en el precio y el medio. El avión o el tren tienen tiempos distintos, pero los precios son casi iguales. Siendo el tren más lento, es más caro que el avión. El tren es más cómodo y menos engorroso tomarlo y abandonarlo. Ya casi nadie viaja en barco, salvo los que pasan vacaciones en un crucero y tocan diferentes ciudades o los que lo usan para acceder a alguna isla remota.

    En el tiempo de Séneca (S. I) los viajes serían muy lentos, en caballo, o en carruajes tirados por caballos, en litera, en barco y sólo para gente adinerada, la clase gobernante o el comercio; quizá por esto el tono pesimista sobre los viajes, en los que seguramente había que invertir mucho tiempo.

    En cuanto a la lectura, le indica a Lucilio: “lee siempre autores reconocidos”. Ciertamente, quizá más que reconocidos, a verdaderos autores. Michel de Montaigne, en esa misma línea de ideas, dice que: “Apenas leo los libros nuevos, porque los antiguos me parecen más sólidos y sustanciosos”, se refiere a aquellos autores que han conocido numerosas generaciones y que, a pesar del tiempo transcurrido, han llegado hasta nosotros gozando aún de prestigio. Es a través de la lectura de estos autores que desarrollamos un criterio sólido, capaz de transformar nuestro ser. Luego vamos formando nuestro canon, nuestros clásicos. Aprendemos a detectar rápidamente lo que nos interesa o lo que no es de nuestro interés. No importa que hojeemos aquí y allá a donde nuestra curiosidad nos dirija, encuentro que es mejor acercarse a los libros sin prejuicios.

    Montaigne se queja de algunos autores que se pierden en “prefacios, definiciones, divisiones y etimologías [que] consumen la mayor parte de su obra, y la médula, lo que hay de vivo y provechoso, queda ahogado por aprestos tan dilatados”. Muchas veces sentimos también ese alejamiento, de las ideas esenciales, provocado por el aparato crítico, que muchas veces pretende decirnos o explicarnos lo que un autor quiere decir, en vez de dejarnos leer directamente lo que un autor nos quiere decir, sin intermediarios.

    Para cerrar esta carta Séneca aconseja a Lucilio: “procúrate cada día algún remedio frente a la pobreza, alguno frente a la muerte, no menos frente a las restantes calamidades y escoge uno para meditarlo cada día”. Como ejemplo, Séneca elige un pensamiento de Epicuro: “Cosa honesta -dice- es la pobreza llevada con alegría”. Y afirma: “No es pobre el que tiene poco, sino el que ambiciona más”. En muchas de sus cartas Séneca aborda el tema de la pobreza y la riqueza, ¿cuánto tener? Lo necesario, lo suficiente.

martes, 18 de marzo de 2025

Comentario a la carta nº 1 de Séneca a Lucilio.

 

 Carta 1: Valor y aprovechamiento del tiempo.

 

 

Grabado de Séneca por Vorsterman, 1638.
 

La carta comienza con la recomendación a Lucilio de retomar el tiempo arrebatado o sustraído, “recupéralo y consérvalo”, dice. Hace énfasis en que lo peor es el tiempo perdido por negligencia. Luego parece invocar el espíritu del Carpe diem: aprovecha el tiempo; que señala como nuestro único bien. Luego hace un señalamiento sobre la pobreza: No considero pobre a quien le satisface cuanto le queda, por poco que sea- dice. Parece recalcar aquel proverbio que dice: no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita.

    Tiene mucha razón en cuanto al uso del tiempo, pues quién no ha hecho mal uso de él, sobre todo en lo que respecta a invertirlo en lo innecesario. Y quizá por eso mismo dice: (...) gran parte de la existencia se nos escapa obrando mal (...) haciendo cosas distintas de las que debemos. Mientras aplazamos las decisiones, la vida transcurre- agrega.

    Cerrando el tema del tiempo, Séneca dice: “Todo cuanto de nuestra vida queda atrás, la muerte lo posee”. Me vino a la mente una imagen, de alguien que mira por encima del hombro, hacia atrás, para tratar de ver el camino recorrido desde el comienzo de la consciencia hasta ayer. Los logros obtenidos, los países recorridos, las miserias personales, el dolor padecido por la muerte de sus seres queridos. Recordé el poema Caminante no hay camino, de Antonio Machado, que dice:


Caminante, son tus huellas

el camino y nada más;

caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace camino,

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino

sino estelas en la mar.


sábado, 22 de febrero de 2025

Epístolas morales a Lucilio, de Séneca.

 


Quizá lo más interesante de esta obra es que habla del ser humano. Razón por la cual es realmente intemporal, aunque fue escrita en el S. II, parece escrita esta mañana. Algunas cartas son largas, pero la mayoría son breves. En ellas se recorren todos los tópicos que dejan al desnudo nuestro ser. Es una obra para la reflexión y para reacomodar nuestra complexión espiritual. Habitualmente habla de la pobreza y de la riqueza, en fin, de lo que la fortuna, que es tan caprichosa, haga con nosotros. Quizá por esta razón nos invita constantemente a tener fuerza y a aceptar sus designios con entereza.

Otros de los temas tocados con frecuencia son la muerte, la amistad, los viajes, el carpe diem, entre otros, que expresan el deseo imperioso que tiene de hacer de Lucilio el mejor de los hombres.

Las ediciones que encontramos de esta obra son la correspondencia de Séneca a Lucilio, no conocemos el texto enviado por Lucilio. Séneca en sus cartas da respuesta y siempre comenta las preguntas o comentarios de Lucilio.

En esta época, la nuestra, tan estéril, en la que la lectura es una actividad cada vez más rara. Leer esta obra es conectarnos nuevamente con lo humano, tomar de la mano nuevamente el viejo hilo de nuestra historia, ¿para qué? Quizá para revivir en nosotros la curiosidad, desarrollar otra vez un propio criterio y por qué no decirlo, revivir en nosotros la espiritualidad. Pero no la falsa espiritualidad que necesita de lo público, del acudir a un local para oír o expresar ideas. Se trata de revivir la verdadera espiritualidad que es el camino hacia adentro. Reiniciar el diálogo con uno mismo, usando nuestra inteligencia.

Habitualmente uno ve la perversidad que aflora por todas partes, pero yo soy un hombre positivo y me inclino más en ver la parte bella de todo, incluso de lo humano, estoy enamorado de lo humano.

Estoy seguro de que a usted, estimado lector, le será placentero conocer estos textos, quizá tanto como a mí, así que no me despido y tan sólo le digo hasta luego.