y mis delitos no
te son ocultos"
Salmo 69, v. 5.
Aquellos ojos quemaban
como dos piedras calcinantes
colocadas en el alma.
Era una tarde de abril
y nada más.
Como el mar furioso
tu vida me inundó.
Mi alma suicida
perdió todos los estribos para entregarse
Ah! Estos sentimientos
pronto han crecido y no hay vuelta.
Caracas, 02/08/1995.
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